CARLOS PINO
contraolvido
Para que vibren las estrellas
Cuando se elevan las canciones
aparecen las obras de arte que sacuden al universo y el hombre se abraza
eternamente a los versos, y sueña como un niño remendón de almas, que
va libre comiendo ñangapirí bajo la lluvia.
Contraolvido es la expresión cabal de un artista íntegro, templado con
el olor a monte, con el crujir del quebracho que cae, con el trago
amargo de los olvidados, con las palabras que reclaman, con el pulso de
la tierra que lo vio nacer.
Es el canto que describe con dulzura la
libertad de los pájaros, es la mirada litoraleña que sigue un vuelo
hacia lo infinito. Son canciones que se tejen entre sí para cantarle a
la humanidad desde un paisaje; es decir, un mundo cantado a pura voz de
una región.
Carlos Pino vuelve a plantar un mojón en el cancionero
latinoamericano con una obra excelsa: Si su primer CD como solista,
"Entraña de Árbol", editado en 1995, significó un acontecimiento musical
por la calidad artística, por los arreglos sensibles que posee;
Contraolvido es un ícono de la música popular en tiempos donde se
confunden los suspiros. Muestra su vigencia, su calidad interpretativa,
sus testimonios antológicos difícilmente superables y ese compendio de
virtudes que tienen los grandes hacedores de la cultura popular
latinoamericana.
Su voz está dentro de esas voces que cantan un
continente vivo, que insinúan una eternidad en chamamés como Aprendiz de
mensajero, Pescador de las islas, Señor de los campos o Tendrías que
verla.Que hacen latir los corazones sin razas con zamba del chaguanco,
con la milonga para un amigo ausente, con canciones como Mujer de la
isla, Contraolvido o Elegía del regreso. Que hacen vibrar las estrellas
con Cielito mío que precisamente cierra este concierto sublime.
Con
Cielito mío como una yapa de vestigio de aquel pasado de oro, Pino nos
recuerda el conjunto que brilló de Norte a Sur, de Este a Oeste. Los
Trovadores fue el grupo más relevante de la llamada "proyección
folklórica" y del Nuevo cancionero en las décadas del 60 al 70. Y Pino
caminó con los trova e hizo emocionar los principales teatros y salas de
Europa y América Latina, dejó en cada sitio testimonio de su calidad
como en una veintena de trabajos discográficos.
Como “una voz que
salió del quebrachal” se distinguió en Puente Pexoa y otras como Zamba
del Laurel, Para ir a Buscarte. Recogió el reconocimiento de los más
grandes maestros de nuestra canción como don Isaco Abitbol, Alfredo
Abalos, Luis Landriscina, Albérico Mansilla, Armando Tejada Gómez. Jorge
Fandermole, Chito Zeballos, Luis Amaya, Horacio Guarany, Enrique
Llopis, Antonio Tarragó Ros, Raúl Barboza, Mercedes Sosa, César Isella,
Cuchi Leguizamón, Juan Carlos Carabajal y Miguel Ángel Gutiérrez, para
nombrar algunos de los tantos.
Y ahora, entrañables músicos
acompañan a la voz del quebrachal, en Contraolvido con esa generosidad
maravillosa que distingue a los elegidos como Hilda Herrera, Mónica
Abraham, Antonio Tarragó Ros, Quique Condomí, Jorge Giuliano y Melania
Pérez.
Contraolvido es pan para el alma y vino para los corazones.
Pedro Jorge Solans
Carlos Paz, julio de 2014